Colocadas y colocados


Hay declaraciones políticas que, vengan de donde vengan, deben hacernos recapacitar sobre quién gestiona nuestros servicios públicos y, hasta que punto, hemos olvidado nuestros deberes (de participación y protesta) y, sobretodo, nuestros derechos.
El tema del transporte es casi tan importante como el de la educación o la sanidad y por lo tanto debemos exigir tanto como podamos un servicio inmejorable, porque es base fundamental de nuestra cada vez más deteriorada calidad de vida en Madrid (teniendo en cuenta que el transporte privado es caso perdido).Para todos los que utilizamos el metro y el resto de los transportes públicos y vamos todos los días a trabajar, con más o menos ganas, pero en principio con una buena actitud, la sonrisa poco a poco se va mermando con los empujones, las malas caras, los retrasos en los trenes, en definitiva una incomodidad que solo es el resultado de una mala previsión del aumento de viajeros que han decidido prescindir del transporte privado, pero al que muchos volverán porque sencillamente no se sienten ganado.Esa falta de previsión, o quizás que gran parte del presupuesto se ha destinado a nuevas estaciones, muchas que lo necesitaban desde hace años y otras en las que todavía no vive nadie, pero en las que se ha pactado con constructoras que ya habían prometido el metro para sus carísimas promociones de viviendas.
Por eso las palabras de la consejera de transportes de la Comunidad de Madrid, denunciando que los únicos responsables de los problemas en el metro son los propios viajeros, que no saben colocarse en los vagones, es como de risa. O no, porque llegar tarde al trabajo no tiene mucha gracia y menos que eso ocurra a menudo.
Cierto es que los modales y la actitud de muchos viajeros no es la correcta, pero la otra actitud de la gran mayoría es la que mantiene una convivencia pacífica en un entorno que parece una auténtica jungla.
Como suele pasar, el transporte público es atacado y denostado principalmente por aquellos que nunca lo usan y que por no sacrificar su teórica comodidad, hacen que moverse por Madrid sea un auténtico vía crucis.
Otro tema es que Madrid es una ciudad muy mal estructurada, en las que la mayoría viven lejos de sus puestos de trabajo, todos localizados en las mismas zonas, y que además se siguen llenando de rascacielos que se están construyendo en este mismo instante, pero eso mejor lo dejamos para otro día.

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